una mujer sabia

una mujer sabia

Érase una vez un chaban. La bahía lo envió a la arena con su rebaño. Y tenía algo de dinero. “¿Por qué necesito dinero en la arena? - el pensó. – Lo perderé de nuevo. Deberán ser depositados para su custodia. Dicen que las personas más honestas y decentes son los derviches*. Le preguntaré a uno de ellos”.

Como pensaba, así lo hizo. Le dio el dinero al derviche y partió hacia el desierto. Pasó mucho tiempo, o tal vez no, hasta que el chaban regresó al pueblo. Se acerca al derviche y le dice:

– Me gustaría recibir mi dinero.

"Pero, buen hombre", dijo el derviche sorprendido. - Yo no te conozco. Nunca te quité dinero. ¿Puede un pobre como tú tener dinero?

Un hombre pobre se acercó a su vecino y le compartió su dolor. Y la mujer del vecino, habiendo oído toda la historia, dice:

– Si sigues mi consejo, tu dinero volverá a ti.

La mujer le enseñó a la chabana dónde, cómo y qué hacer, y fue a verlo

derviche.

– Han pasado tres años desde que mi marido se fue a Khiva y todavía no ha regresado. Decidí acudir a él yo mismo, pero no puedo confiar el dinero a mis hijos. He oído que eres una persona honesta, servicial y confiable. Vine a pedirte que guardes mi dinero.

El derviche estaba muy feliz:

– ¡Mi pequeña paloma! Hiciste lo correcto al venir a mí. ¿Puedes confiar dinero a tus hijos? Los tiempos no son buenos hoy. Y puedes confiar en mí.

– ¡Dios te conceda salud! – dijo la mujer y empezó a contar el dinero que quería dejar.

En ese momento entró el chaban.

“Vine por mi dinero”, dijo.

El derviche ya se había dado cuenta de que la mujer tenía mucho dinero y lamentaba perder a un cliente así. Entonces abrió el cofre y le dio al chaban lo que le correspondía.

Y la mujer sigue contando y contando el dinero cuando de repente su hijo irrumpe en la habitación y llama:

- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Papá ha llegado! ¡Vámonos rápido a casa!

“Ahora que mi esposo ha vuelto”, dice la mujer, “no te molestaré más”.

Envolvió el dinero en un fajo y se rió. Czaban y el hijo de la mujer, que también estaba confabulado, no pudieron soportarlo y empezaron a reírse también. Y el derviche se apretó el estómago de risa. Finalmente se rieron y la mujer pregunta:

– Mi marido, el padre de mi hijo, ha regresado de su viaje; Czaban recuperó su dinero, así que tenemos motivos para estar contentos, pero ¿por qué te ríes?

Y el derviche respondió:

– Me estoy riendo de mí mismo. Pensé que era el hombre más astuto del mundo, pero olvidé que si una mujer decide hacer algo, nadie la detendrá ni le impedirá hacerlo.


* Derviche – un monje musulmán que lleva un estilo de vida ascético.